Evidentemente, el camuflaje no hace que el soldado resulte "invisible", sino que engaña de alguna manera al ojo de enemigo.
El camuflaje ha sido utilizado en el combate a lo largo de la historia. Prácticas como las de cubrirse con trozos de follaje o embadurnarse con barro han sido habituales en la guerra de guerrillas o en la contrainsurgencia, desde Vietnam a Camboya, pasando por Nicaragua o en la actualidad en Afganistán.
No por casualidad no fue hasta el siglo XIX cuando el Imperio Británico de la India y Sudáfrica comenzó a utilizar una vestimenta con colores neutros en vez de colores llamativos, dificultando así la tarea del enemigo y evitando ser una fácil diana. Y no fue hasta bien entrado el siglo XX cuando el camuflaje se utilizaría de una forma disciplinada, dejando atrás ideas tales como que el camuflaje en combate era "poco honorable" e incluso vergonzoso.