viernes, 24 de mayo de 2019

Dos Grandes Francotiradores..

Simo Häyhä, mas conocido como "La Muerte Blanca"

Uno de los grandes protagonistas individuales de las batallas que tuvieron lugar durante la II Guerra Mundial fue el francotirador finlandés Simo Häyhä, uno de los más efectivos de la historia (con 545 muertes atribuidas a su puntería), y factor fundamental para la resistencia finlandesa frente a la invasión rusa en la llamada Guerra de Invierno, que tuvo lugar entre 1939 y 1940. Durante este enfrentamiento bélico entre el poderoso Ejército Rojo y la humilde resistencia de Finlandia, de inesperado resultado ambiguo, Simo Häyhä fue nombrado por los soviéticos como Belaya Smert, es decir, "La Muerte Blanca".


Häyhä era un pequeño granjero y cazador que medía poco más de un metro y medio. Cuando en 1939 la Unión Soviética invadió Finlandia, Häyhä, que solo había pasado por el ejército para hacer el servicio militar obligatorio, tomó su rifle M28 Pystykorva y un traje de camuflaje blanco como la nieve, y se puso a las órdenes del ejército, valiéndose de su puntería, su ingenio y su gran conocimiento de los recovecos de los helados bosques finlandeses. 



Pronto, su efectividad mortal fue tal que los rusos pusieron precio a su cabeza. Se organizaron operaciones únicamente para acabar con él, pero los soldados rusos que lo iban a buscar no regresaban. No solo soldados fueron enviados en su búsqueda, sino incluso otros francotiradores, y grupos enteros de ellos, fueron invertidos en dar con él, pero fue en vano: La Muerte Blanca siguió actuando con sigilo y astucia (se dice que no usaba mirilla y que guardaba nieve en la boca para no ser divisado por su aliento) hasta generar 700 bajas, entre muertos y heridos, en el Ejército Rojo. Si bien Rusia logró anexarse, terminado el conflicto armado, el 10% del territorio de Finlandia y el 20% de su capacidad industrial, este resultado fue muy inferior al que se esperaba teniendo en cuenta la diferencia de fuerzas, y el Ejército Rojo debió lamentar numerosas bajas y un repentino descrédito militar en plena Guerra Mundial… entre otras cosas por la maestría irrepetible de un francotirador silencioso, llamado Simo Häyhä. Un pequeño hombre que, al ser preguntado acerca del secreto de su notable habilidad, respondió simplemente: “práctica”. 


El mítico Vasili Záitsev


“Mataba a cuatro o cinco alemanes todos los días” 

Esta impactante frase pertenece al libro de memorias recientemente publicadas de Vasili Záitsev, el legendario francotirador soviético de la Segunda Guerra Mundial. 

Fue en la segunda guerra mundial que la tecnología armamentística con sus avances permitió que los enfrentamientos se den a más distancia, y en este marco la puntería en el disparo se convirtió en un factor fundamental, haciendo surgir la figura estelar de estos hombres, los francotiradores de oficio, tan temidos como respetados, entre los cuales se encuentra, como uno de los íconos más exitosos de su actividad, “El gran conejo rojo” Záitsev. Entre su currículum se cuenta el haber matado a 242 militares alemanes, entre ellos 11 francotiradores.


Pero las memorias de este singular personaje comienzan antes, por supuesto, en su infancia. Su abuelo pertenecía a una larga estirpe de cazadores de los Urales y le regaló su primera escopeta. Al salir a cazar se embadurnaba con aceite de tejón para camuflarse bajo el olor de animal. Matando lobos aprendió a rastrear y acechar, lo que le serviría “para luchar contra esos otros depredadores bípedos que llegaron a invadir nuestra patria”. En 1937 lo llamaron a filas e ingresó como marinero en la flota del Pacífico. Buscando más acción, pidió el ingreso en una compañía de fusileros y fue enviado a Stalingrado, a donde llegó como suboficial el 21 de septiembre de 1942; según sus palabras, fue como aterrizar en el infierno. En su primer combate, perdidas las bayonetas y pistolas, mató a su primer alemán estrangulándolo. 



Poco tiempo después comenzó la llamada “guerra de ratas”, en los sótanos y alcantarillas de la ciudad en ruinas. Al verlo abatir con su rifle común a tres enemigos armados con ametralladoras, un coronel lo convirtió en francotirador. “Me gustaba ser francotirador y gozar de la licencia para elegir a mi presa, a cada disparo es como si pudiera oír la bala atravesando el cráneo del enemigo”. Luego brinda, desde su privilegiado lugar de protagonista, una descripción potente y estremecedora de lo más particular de la actividad del francotirador… la distante intimidad con la víctima. “Sabes si se ha afeitado, puedes ver la expresión de su rostro, canturrea. Y mientras tu hombre se frota la frente o inclina la cabeza para ponerse bien el casco, buscas el mejor punto para que la bala haga impacto; no tiene ni la menor idea de que le quedan solo unos segundos de vida”. Este párrafo define de cuerpo entero de Vasili Záitsev, uno de los más eficaces francotiradores de la II Guerra Mundial, y probablemente el más famoso por la película “Enemigo al acecho”, de Jean Jacques Annaud en donde Záitsev es interpretado por el actor Jude Law, que recrea ficcionalmente su participación en el conflicto bélico.